Conflicto es una palabra negativa.
Experiencias, Liderazgo, Maestros: Conflicto; siempre que se escucha o lee, se asocia a algo malo, a una pelea, a una discusión, a un estado incómodo.
No es solamente se asocia, su definición indica oposición o desacuerdo. Cuando hay un desacuerdo existen dos posibilidades: Dejarlo pasar o afrontarlo; y estas a su vez, tienen varios escenarios futuros.
Hoy nos referimos expresamente al mundo del fútbol, a un vestuario, pero se puede extrapolar a cualquier otro trabajos, en relaciones de pareja o amistad y también a la hora de educar a tus hijos. Yo soy partidario de afrontar los conflictos y los problemas, aunque no siempre lo he hecho, ya que no me gusta el momento de empezar a abordarlos, me parece incómodo, por varios motivos:
No posees siempre toda la información – que es uno de los motivos para abordar el conflicto -, no sabes en dónde puede desembocar todo – reproches de momentos anteriores, egocentrismo -, qué se puede remover, cómo van a reaccionar las partes ante el paso que estás dando – es importante conocer las personalidades-, y qué consecuencias negativas puede acarrear debido a los ejemplos anteriores, si son malinterpretadas las intenciones.
No es fácil, pero creo que lo correcto es afrontar. La mucha o poca experiencia que tengo conviviendo en un vestuario desde que tengo siete años – ya que no sólo de profesional se viven experiencias – me hacer creer en ello. Mis experiencias han pasado por ambos caminos, el hacer frente a las situaciones y el dejar pasar las cosas. Las he vivido en primera persona, como protagonista, y como actor espectador, siendo el compañero de al lado el que las sufre.
Cuando ves que a tu compañero le dejan pasar ciertas situaciones, normalmente tu reacción no es la buena o no es la ideal – aquí influye más el grado de amistad con él – para el buen rollo necesario o importante en un vestuario. ¿ Por qué él sí y yo no ? ¿ A ver si cuando me pase a mi se le ocurre – al Míster – decirme algo ? Con lo cuál ya no estás dejando pasar algo negativo y que el/ los protagonista/s se salga/n con la suya, si no que estás mandando un mensaje al grupo equivocado. Sobretodo cuando el que ha hecho algo malo o incorrecto, es un jugador importante.
No siempre el afrontar un problema debe conllevar un castigo. Hay que saber distinguir entre el grado de importancia del problema, el momento en que se encuentra el equipo, cómo es el equipo en cuanto a responsabilidad, compromiso, ambiente; el momento de la temporada, lo que queda por afrontar, y ante un problema similar en ese mismo equipo, cómo has reaccionado.
Yo soy de los que creen que no hay que hacer ninguna concesión ni mirar para otro lado dependiendo de la importancia del jugador en el equipo. Hay que ser justo, es un mensaje importante el que mandas. A la hora de poner soluciones, no siempre tiene que haber un castigo. Simplemente el hecho de afrontar el problema, hacer saber al/los implicado/s que estás al tanto, que te diste cuenta, que sin ningún miedo afrontas lo ocurrido, ya mandas un mensaje, a él, a la plantilla, al club, a los seguidores, a la prensa, etc. Dependiendo de la gravedad y de la notoriedad que haya alcanzado el problema. No es demostrar mano dura, es demostrar personalidad.
También marcas un punto o varios de la gravedad de las acciones. No es lo mismo que un chico llegue tarde unos minutos al vestuario dos veces en una semana que el jugador que no va convocado y no asiste al partido a apoyar a sus compañeros, por poner un ejemplo. El no afrontar los conflictos supone crear un precedente, siempre nocivo, y esa bola se va a hacer cada vez más grande, porque no olvidemos, que un vestuario está formado por chicos jóvenes en los que su educación no está completada y su visión de la vida no es la convencional, en muchos casos, egos, hormonas, entornos, etc.
También es importante afrontar primero los conflictos de manera individual, y no delante del grupo, al que posteriormente se puede o no, comunicar que ha habido un “tirón de orejas”, charla, etc. Eso depende nuevamente de la gravedad del problema. Sabemos que al final, si no se comunica, llegará la noticia al grupo, ya sea por que han visto que habéis hablado, que lo llamaron estando en el vestuario o que el protagonista se ha encargado de decir a sus más íntimos y estos al final lo comentan unos con otros.
Cuando ya uno es reincidente o el problema es muy grave sí que es importante abordarlo en una charla con todos. Es importante conocer la personalidad de los jugadores afectados para saber como proceder mejor y que tono adquirir y hasta donde se puede llegar.
Otro problema que puede haber es cuando toca mediar entre dos jugadores e intentar ser lo más imparcial posible, ya que siempre habrá alguno que te caiga mejor que otro y no se debería ver favorecido si no tiene la razón. Yo he vivido varios conflictos en vestuarios, con compañeros y con entrenadores y siempre he valorado más al que se atrevía a dar el paso de hablar conmigo.
No siempre es agradable, porque en varias ocasiones ha sido con personas a las que no tenía ninguna estima y no ha sido fácil ni llevadera la conversación, pero sí que noté que se rompían barreras, que el aire no era tan denso a nuestro alrededor a la hora de hablar sobre situaciones del juego, cruzarnos en los pasillos o tener que estar compartiendo mesa en una concentración. Algunas veces me he ganado antipatías hablando sobre ciertas situaciones y en otras, se han aclarado cosas.
También ayuda algunas veces, en charlas colectivas, ver quién es más líder, quién tiene mejores ideas y a quién seguir en momentos complicados… ¡ O a quién no ! Recuerdo una vez que llegaba tarde a entrenar por tercera vez en dos semanas. Llamé al capitán para avisarle y me dijo que me diera prisa, que aguantaban un poco más en el vestuario diciendo al Míster que había charla de equipo.
Él era mi amigo, así que me negué. Era la tercera vez y había que dar ejemplo, que no me esperaran. Insistió, pero yo también. No tardé mucho en llegar y salí al campo cuando llevaban 5 minutos de entrenamiento. Me acerqué al entrenador, Jose Luis Mendilíbar, que siempre nos multaba haciéndonos pagar un jamón para comer en vestuario con el equipo – yo ya debía uno de la semana anterior -, y le dije: Me he dormido, cuantos jamones. Sonrió y me dijo: Ya sé ya, me ha dicho Marcos que quería ayudarte y le dijiste que no, que lo afrontabas.
Por ser sincero, esta vez te voy a perdonar. Pero claro, la próxima vez ni sinceridad ni h…, pagas tres jamones tú solo. No es un conflicto extremo este del ejemplo, pero si sirve para diferenciar o saber poner el nivel de gravedad de las malas prácticas.
En otra ocasión, el Club nos pidió consejo a los capitanes. Qué hacer con unos jugadores qué llevaban toda la temporada comportándose de una manera muy poco profesional. Además generaban mal ambiente y el entrenador quería darles una lección. La situación en la tabla era muy mala. Contaron con nuestro apoyo y el resultado fue, que el grupo se hizo más fuerte, algunos jugadores que se sentían inferiores dieron un paso al frente y empezaron a rendir más, el grupo se fortaleció.
Dos de esos jugadores se unieron al equipo y acabaron siendo importantes, y los otros dos siguieron en la misma línea, pero nadie se dejó intoxicar. Los ejemplos vividos son muchos y muy diversos, y aunque nos encontremos con algunos similares, nunca serán iguales. Creo que no es fácil saber identificarlos y obrar perfectamente pero creo que nunca, en ningún caso, deben dejarse pasar, porque nunca se solucionarán solos. Esto es solo mi opinión.